Saturno y Venus, no son los planetas, son dos aliens que exploraban muy lejos de casa con una nave enorme que estaba arrastrando muchos desperfectos. Venus decía de ir a la derecha, Saturno de ir a la izquierda pero finalmente, alcanzaron a escapar en una pequeña nave de exploración hacia abajo, cayendo como un bólido en un planeta de salvajes y atrasados. No se mataron, aunque Saturno ha dicho más de una vez que hubiera sido preferible para irse al mundo final de las luces eternas. Justo, Saturno y Venus que apenas se aguantaban. Justo venirse a caer juntos en uno de los peores planetas de la galaxia.
Venus: -Te dije que por ahí no era
Saturno: -Te dije que la nave no estaba bien
Venus: -Te dije que si acelerabas era peor
Saturno: -Te dije que si no aceleraba se nos desarmaba en medio de la tropósfera
Venus: -¿Te dije que sos un mentiroso?
Saturno: -Un millón de veces.
Venus: -Tomá. Manos a la obra. ¿Vos no eras el experto en cohetes y naves nodrizas?
Saturno: -¿Ahora? Necesito descanso. Estoy agotado. Acabo de estrellarme.
Venus, quien no acepta jamás un no por respuesta, se mete en la cabeza de Saturno y le mete la orden.
Venus: -¿Y?
Saturno: -No tiene arreglo. No tenemos los elementos y este planeta es muy atrasado.
Venus: -Nuestra base de datos al menos funciona. Según dicen este planeta aún usa petróleo y carbón.
Saturnos: -¿Y la energía solar?
Venus: -La usan para broncearse y tomar colorcito en el verano nomás.
Saturnos: -Si serán tontos…
Venus: -De eso no tengo dudas. Te dije que si íbamos para el otro lado al menos hubiéramos caído en el otro planeta que no está tan mal como este.
Saturno: -La expedición fue un éxito.
Venus: -¿Encontraste una nave?
Saturno: -No, encontré una carpa.
Venus: -¿Te vieron?
Saturno: -No. Ni cuenta se dieron cuando se las quitaba.
Venus: -Según leí, los robos son cosa común en este planeta. Ni cuenta se darán.
Armando un campamento mientras piensan qué harán.
Venus recolecta elementos que podrían servir para reconstruir una nave o para alguna cosa.
Gracias a que la base de datos de planetas que han ido descubriendo estaban casi intactas, Saturno aprendió a pescar.
Arroyito en la zona desértica. Un verdadero milagro.
Triste. Así está Saturno. Él siempre ve lo peor de todo.
Venus: -Cambiá la cara.
Saturno: -Es la única que tengo.
Venus: -Te la tengo que ver todos los días. Siempre con la cara larga y llorando por los rincones.
Saturno: -Es terrible tener que comerse estos pescaditos.
Venus: -A los terrícolas no les importa. Se comen los pájaros, las vacas, las ballenas. Se comen hasta entre ellos. Ya te dije que son unos salvajes que no tienen arreglo. Debe ser una cosa genética. Lástima que Nubesita no está para estudiarlos.
Saturnos: -Podrías hacerlo nosotros. Así llevamos la información cuando volvamos a casa.
Venus: -Yo te iba a decir lo mismo. Conste que fue mi idea.
Saturno agotado. Pensar que en la nave tenían cama que era como dormir en una nube tibia. Ahora tiene que romperse la espalda sobre un tronco.
A los dos meses, Venus había cultivado para subsistir.
Saturno: -¿No se te fue la mano?
Venus: -No quiero seguir caminando a diario kilómetros para recolectar. Así tenemos todo a mano. Hablando de mano, agarrá un balde y traé agua del arroyo.
Saturno: -Estoy ocupado. Justo iba a levantar los paneles de la nave.
Venus: -Según mis cálculos, si hoy levantaste un panel y te llevó en realidad cinco días. Una nave tiene millones de paneles. La nave estará lista en unos….
Saturno: -Millones de años.
Venus: -Tenemos que camuflarnos para mezclarnos con esta raza retrógrada. No pienso quedarme el resto de mi vida en este desierto y viviendo en un carpa roñosa.
Saturno: -No quiero camuflarme. Después me agarra sueño.
Venus: -Vos siempre tenés sueño. Lo que te agarra es miedo.
Saturno a los meses levantó unos paneles para armar una cocina mínima. Venus no sabe cocinar pero gracias a la base de datos al menos ahora sabe hacer tortitas terrícolas.
La cocina.
Pobre Saturno. Aún se descompone al matar los peces. Prefiere comer tomate o lo que rapiña de la huerta de Venus.
La nave de exploración quedó de recuerdo. Ya no sirve salvo para chatarra.
Venus está cansada de aguantar a Saturno. Hay días que se subiría a un catapulta para ir al menos lo más lejos que pueda.
Saturno será insoportable pero hace buenos “negocios”. Se apareció con una cocina y una heladera terrícola.
Venus: -Se acabó. Nos camuflamos y nos vamos a meter entre los terrícolas. Estudiamos sus constumbres. Hasta podemos conseguir un trabajo en ingeniería y ver de construir una nave de verdad.
Saturno: -La nave que estoy haciendo sí es de verdad.
venus: -Mirá, Saturno, eso no es ni una nave, son cuatro paneles apenas parados.
Saturno: -Es el comienzo de una nave. Yo diseñé y construí la nave nodriza donde viajábamos.
Venus: -¿Cuál? ¿La que tenía tantos fallos que tuvimos que dejar justo antes que explotara?
Saturno: -Te dije que no la sobrecargues.
Venus: -Entre todos los hombres guapos de nuestro planeta, tuve que colisionar con uno que se la pasa con cara de vinagre todo el día. Cuando pienso en que somos nosotros dos los únicos inteligentes en todo este planeta de bárbaros, me pondría a llorar.
Pero Venus no se da por vencida. No así Saturno a quien Venus tiene que llevar a la rastra.
Me encantó la historia! ¿tiene continuación? porque desearía verla!
Holas. Me alegra que te gustara. Sí, es un reto que voy a ir haciendo junto con el de los Larsson.